EL
NIÑO Y EL GRANJERO POR:
ANDRÉS
En
un pueblo muy pequeño, siempre vagaba por las calles un
niño muy
travieso. Le encantaban las frutas y las verduras y no sabía como
conseguirlas. Justamente, pasaba por al lado del río y
había un campo muy bonito y cuidado lleno de naranjos, parras,
lechuga, zanahorias, etc...
-Cuantas
frutas y verduras... -dijo el niño babeando y en voz baja- Voy a
coger unas cuantas.
Empezó
a coger zanahorias, luego naranjas, luego un montonazo de uvas, y así
sucesivamente.
Cuando
ya había cogido todo, se tumbó debajo de un bonito y gran naranjo,
a cubierto del sol. Hasta que vio una sombra acercándose entre los
cultivos...
-¿Pero
qué haces aquí? -Se enojó la sombra que se veía entre los
cultivos- ¿Y por qué te estás comiendo mis uvas?
La
sombra que veía el niño era el dueño de los cultivos. Se acercaba
muy mosqueado, porque el niño se había comido todos sus cultivos.
-Es
que están muy buenas -vaciló el niño mientras masticaba un puñado
de uvas, con la boca llena- ¿Es que me las vas a quitar?
No
parecía estar muy preocupado. Pero de todos modos salió corriendo,
cruzando el río. El niño consiguió escapar del dueño de los
cultivos.
Cuando
llegó a casa, estaba su madre, esperándole justo delante de la
puerta y con los brazos cruzados.
-¿Pero
que has hecho jovencito? -dijo la madre muy enfadada- Me han contado
que has robado y te has comido todo un campo lleno de cultivos.
-Lo
siento mucho mamá -contestó el niño- No lo volveré a hacer...
-Hijo,
-le dijo la madre, desesperada- me parece muy bien que hayas comido
muchas frutas y verduras, el problema es que estaban fumigadas.
Finalmente,
el niño acabó en el hospital, con goteros y viendo la tele...
Nunca
más lo volvió a hacer y dejaron de gustarle las uvas, porque
después tuvo diarrea durante 2 meses, por haberse comido una parra
entera.